domingo, 18 de abril de 2010

Yámana



Ambiente y Localización
Los yámanas poblaron los archipiélagos del extremo sur americano, desde la Península de Brecknock hasta el Cabo de Hornos. Se les encontraba en la costa meridional de Isla Grande de Tierra del Fuego, en las costas del Canal Beagle y en las islas Hoste, Navarino, Picton y Wollaston. Su hábitat estaba conformado por una geografía de archipiélagos. En esta latitud la vegetación se presenta densa hasta los 500 msnm, dificultando el desplazamiento. Las temperaturas a las que se vieron expuestos los yámanas variaron entre los 10 y –12º C. La fauna de esta zona es rica y abundante. Al interior del pueblo yámana se habría dado la distinción de cinco subgrupos que ocupaban diferencialmente el territorio. Asimismo, se habrían dado contactos con grupos selk’nam entre Bahía del Buen Suceso y el extremo este del Canal Beagle y con kawashkar, entre la Península de Brecknock y el extremo oeste del Canal Beagle.


Economía
Los yámana pertenecen a los grupos canoeros australes, quienes se caracterizan por ser pueblos nómades que complementan caza, pesca y recolección. La canoa fue central en su economía y en su forma de vida. El tipo de embarcación más común fue la construida a partir de la corteza completa de un árbol, recortada y modelada “como una góndola de Venecia”, según los cronistas. Esta era colocada sobre maderos y reforzada con palos transversales, a su vez recubiertos de corteza, todo cosido en conjunto. Medían entre tres y cinco metros de largo por uno de ancho, pudiendo albergar entre 3 y 7 tripulantes.

Otros tipos de canoas habrían sido integrados de forma más tardía debido a contactos interétnicos: la de tres tablones o dalca, comúnmente usada por los chonos, y la canoa monoxila de tronco ahuecado, cuya fabricación sólo posible con herramientas introducidas por los españoles. En el centro de la canoa se encontraba el fuego siempre encendido, contando con una protección especial pare ello. Esto permitía que el desplazamiento yámana fuera constante, pasando la noche o algunos pocos días en la costa para luego partir en busca de alimentos. Las mujeres eran las encargadas de remar, mientras el hombre la dirigía y cuidaba a los niños. Sólo ellas sabían nadar y bucear para la recolección submarina, que se efectuaba desde la canoa. Los hombres eran responsables de la pesca con línea, también desde la canoa y de caza lobos marino, focas, ballenas y nutrias, éstas con la ayuda de perros.


Ocasionalmente cazaban guanacos en la región oriental. De esta forma, en el pueblo yámana, las labores de cada uno de los miembros de la familia eran complementarias. Lo cual es fundamental en una organización social con grupos familiares autónomos, que sólo se reunían cuando había una gran cantidad de alimentos disponibles. En tierra, también eran recogidos hongos, huevos y vegetales de temporada. También recursos básicos eran mariscos (choros, cholgas, lapas, locos) y aves marinas (cormoranes y patos marinos). El régimen alimenticio era fundamentalmente carneo y con una marcada inclinación por los elementos grasos, en pos de la adaptación al frío y, por ende, de una mejor capacidad física.


Arte
Todos los yámana se pintaban el cuerpo, variando el motivo según la ocasión. Utilizaban el blanco, rojo y negro. Los motivos eran líneas, puntos y, a veces, círculos, cuya significación es un código compartido por la sociedad en cuestión; estando el factor estético presente en todos los ámbitos. Como atuendo, utilizaban una capa de piel de lobo marino, de zorro o nutria, que era confeccionada por las mujeres. Cubrían sus pies con trozos de la misma piel, ajustada al tobillo. Mientas los hombres dejaban el cuerpo descubierto, las mujeres usaban un pequeño delantal que les cubría el pubis. Ellas utilizaban también brazaletes en tobillos y muñecas, collares y diademas, de cuentas hechas de huesos de pájaros y conchas.


Organización Social
La unidad social fundamental yámana era la familia, que se componía de padres e hijos. Esta era independiente, fuertemente cerrada y la única estructura social claramente determinada. Tenía como deber social educar a los hijos de acuerdo a los principios vigentes y en pos de las metas sociales tradicionales.

Los niños y niñas, hasta la edad de 7 años, fueron criados juntos; luego eran separados, según sexo, para darles una educación especializada a su rol social. Hubo tendencia a la patrilocalidad, para contraer matrimonio fue requisito la iniciación en el Ciexaus. Solo una semana después de haberse iniciado en él, los jóvenes podían vincularse entre sí.

El matrimonio se basó básicamente en el cariño y respeto mutuo. Si la mujer fallecía, el hombre desposaba a la hermana de ésta; viceversa, la mujer era tomada por el hermano mayor del finado. En general, fue practicada la monogamia y se buscaba pareja dentro del mismo grupo dialectal. El hombre era la autoridad, él tomaba las decisiones que involucraban al conjunto, aunque la mujer era soberana de sus actividades y poseía igualdad de derechos. No existió ordenamiento jerárquico ni tampoco una autoridad única al interior de la comunidad, ya que era toda ella quien velaba por el cumplimiento de sus tradiciones.

La población yámana estaba dividida en grupos locales. Las relaciones intergrupales, por lo general, fueron pacíficas, aunque la violencia estuvo presente, fundamentalmente por estrés de recursos. Las diferencias fueron zanjadas mediante la fuerza y/o la venganza. Hubo intercambio de bienes con los grupos vecinos y también, luego, con los europeos de paso por sus costas. La propiedad de ciertos objetos fue de carácter personal, como las armas, las ropas o canastos, y otros de carácter colectivo, como la vivienda y el alimento.


Culto y Funebria
Según el sacerdote católico alemán Martin Gusinde, reconocían como ser supremo a Watawineiwa, dueño de todo lo existente, quien da y toma la vida a los hombres, donador de la flora y la fauna. El código moral yámana representó su voluntad. A él se habrían dirigido con rezos libres, agradeciendo y solicitando protección.


Las creencias yámana pueden ser calificadas de animistas, ya que todos los fenómenos naturales fueron ‘culturalizados’ en espíritus. Su cosmovisión estaba marcada por la solemnidad con que era tratada y, por ende, las conversaciones en torno al tema eran poco comunes. Al contrario, los principios y cuestiones morales fueron asunto cotidiano, siendo característica su sencillez, no obstante su contenido fuera de gran profundidad.

La ritualidad era practicada irregularmente y en un ámbito personal. Los yekamus o chamanes gozaban de excepcional poder dentro de la sociedad yámana. Se les respetaba, temía y desconfiaba, la comunidad era impotente ante su poder. El entrenamiento podía ser individual, realizado bajo la observación de un chamán ya mayor, o por ‘escuelas de chamanes’ o loima-yekamus. Ahí aprendían la curación, la predicción y el auxilio a la caza. No existían exigencias especiales para la realización de esta ceremonia. Los candidatos a yekamus eran hombres jóvenes con facultades y talento para desempeñar este rol, acudían por voluntad propia. Los candidatos se veían enfrentados a una rígida posición, a la falta de sueño y alimentación y mucho silencio, para incrementar su sensibilidad e irritabilidad nerviosa, provocando por ende un aumento onírico. Convertirse en yekamus implicaba la pérdida de la personalidad, que era ocupada por un espíritu.
Por otra parte, el Ciexaus fue la ceremonia de iniciación de la pubertad, tanto para hombres como para mujeres. El objetivo de esta institución fue lograr un adiestramiento físico parar obtener las habilidades necesarias para la vida adulta y proveer una oportunidad de sociabilidad a la comunidad yámana. En ella salía a la luz el abundante patrimonio espiritual yámana. En el Kina, cronológicamente posterior al Ciexaus, solo participaban los varones jóvenes para ser introducidos a un ámbito de ideas mitológicas que los hombres consideran de su exclusiva propiedad. A pesar de esto, un hombre podía no participar de esta celebración con total indiferencia de la comunidad, pues su realización podía pausarse por años. La principal meta del Kina fue recordar a las mujeres la supremacía masculina Esta ceremonia resulta extraña en el orden social yámana y seguramente fue traída desde territorio selk’nam. Estas ceremonias se realizaron por última vez entre 1920 y 1923.


También existió un rito de duelo donde participaba todo el grupo: una batalla simulada entre hombres y mujeres. Posterior a ella el cuerpo y pertenencias del difunto eran cremados y todos se marchaban. El lugar de cremación era evitado durante años y el nombre del difunto nunca más pronunciado. Existía gran temor a los muertos, especialmente de parte de los chamanes. Otras modalidades funerarias fueron depositar los cuerpos, envueltos en trozos de cuero y cortezas de árbol, en abrigos rocosos. El entierro en el conchal o directamente en la tierra parecen haber estar impulsados por el contacto misionero.


Patrón de Asentamiento
En su calidad de nómades del mar, gran parte de la vida transcurría en la canoa, en la que se congregaban la familia, los perros, armas y utensilios. En tierra sólo ocupaban campamentos temporales o paraderos. Los cronistas describen dos tipos de vivienda: la ovalada, que habría guardado mejor el calor y que fue predominante en las regiones del sur y el oeste, donde el clima es húmedo y los árboles más flexibles. Su estructura abovedada se lograba enterrando los extremos de las varas en el suelo, mientras otros se curvaban y entrecruzaban. Era cubierta con ramas y pieles, complementada con pasto seco y musgo. La conoidal en cambio, se usaba de preferencia en la región este. Se hacía con árboles más anchos y secos, clavando un extremo en el suelo y unidos a otros por un vértice en una planta circular.


Las ramas se entramaban formando una cúpula que se cubría con otras ramas, cueros y pieles. Lo fundamental en ambas era la capacidad de conservar el calor de la fogata. En una choza habrían alojado de una a cuatro familias que se encontraban en el lugar de campamento. Si la choza era utilizada por más de un día se consolida con un mayor número de ramas y hojas. Las estructuras eran abandonadas al partir para ser recuperadas por otros grupos. En ocasiones excepcionales, como varazones de cetáceos o para celebrar ceremonias de iniciación, se levantaban campamentos colectivos.


Historia
Yámana significa hombre, por oposición a mujer, kipa. Yagán, el otro etnónimo con que son conocidos, querría decir ‘nosotros’. Hacia 1973 la lengua yámana se encontraba en proceso de extinción y era el único rasgo cultural autóctono de importancia que hasta entonces sobrevivía. El siglo XVI fue el de los primeros y esporádicos contactos con navegantes europeos, y el XVII con misioneros. A partir de ese momento, comienza la transformación en el modo de vida tradicional de esta etnia, su evangelización e incorporación a patrones de vida foráneos, básicamente al sedentarismo y a nuevas dietas.


El siglo XVIII es el de las expediciones científicas, de loberos y balleneros. En este momento, el principal interés fue la piel de lobos marinos y nutrias, mamíferos que también constituían el foco de atención alimenticio de los indígenas, poseedores de la habilidad y el conocimiento para cazarlos, como venían haciendo por generaciones. Constituyéndose en la principal fuente de acceso a estos recursos para el foráneo, fueron reclutados por los loberos para que les guiaran y ayudaran en sus tareas o, a través del intercambio y el trueque, seducidos para entregar sus pieles a cambio de elementos sin gran valor comercial, pero que despertaban en ellos gran interés.

Las mujeres yámanas constituyeron, además de una compañía sexual y una ayuda servicial en las labores domésticas, una valiosa fuente de mano de obra pues, además de ser proveedoras de mariscos, también conocían las técnicas de caza. En 1843, Chile ocupó la región de Magallanes, iniciándose la progresiva fundación de ciudades que conllevaron un mayor tránsito por el Estrecho y el Canal Beagle. Esto trajo consigo un contacto permanente con influencias foráneas. Se refugiaron en Puerto Remolinos –Argentina– y en Bahía Mejillones –Chile–, sin embargo, este último constituirá una base de la Armada, erradicando a los residentes a Villa Ukika, a contar de los años sesenta. El objetivo era acercar a esta población servicios tales como el Hospital, la Escuela y la Policía, lo cual tuvo una fuerte repercusión en el proceso de aculturación de los yámana. En 1992, sin embargo, se organizó la “Comunidad Yámana de Navarino” que, enfocada al rescate de su historia y cultura y a la superación de las condiciones de pobreza y marginalidad, reactivó la producción de artesanías tradicionales, como cestería en juncos y antiguas canoas de corteza de madera o de cuero de lobo marino.


Importante son también las actividades pesqueras como la comercialización de productos del mar (centolla y centollón) y la carpintería de embarcaciones artesanales. Si bien la mayoría de las costumbres tradicionales yámanas se perdieron por la adopción y/o imposición de costumbres occidentalizadas, en el año 2002, 1685 personas se reconocieron como pertenecientes a esta etnia, representando el 0,24% de la población indígena nacional.


Lengua
Pertenece a las lenguas fuéguidas, junto con el kawashkar y el selk?nam, que entre ellas eran mutuamente ininteligibles y sin aparente relación genealógica. Sus últimos hablantes la llaman háusi kút?, y al castellano, póla kút?. Su vocabulario está relacionado con la naturaleza austral, usando palabras distintas para casos que en español se usa un adjetivo calificativo, sobre todo en lo referente a especies de flora y fauna. Por ejemplo: tahkáfi/ congrio negro y imahára/ congrio colorado. Importante es la presencia de anglicismos para objetos introducidos: kofí/café, móns/mes, etc.


Tehuelches




Ambiente y Localización
Los tehuelche se ubicaban en Patagonia, entre el río Negro y el Estrecho de Magallanes. Aunque se han reconocido varias parcialidades, tenían relaciones muy fluidas, por lo que es difícil definir límites rígidos, representados por ríos o algo así. El clima patagónico se caracteriza por gran amplitud térmica entre el verano y el invierno, así como una marcada oscilación térmica entre el día y la noche. La media en invierno es de -2ºC y las máximas de verano en algunas zonas pueden alcanzar los 40 ºC. Es un territorio volcánico y estepario, con amplias pampas, donde se encuentra una rica fauna.



Economía
Cazaban básicamente el guanaco, cuya carne era la más preciada, pero también cuya piel constituía materia prima de vestidos, abrigos, habitación y otras necesidades. Para cazarlos utilizaban la boleadora, cercando a la presas mediante una estrategia de semicírculo, usando caballos y perros. También recolectaban vegetales comestibles y medicinales, así como mariscos en la costa. La mujer estaba a cargo de las actividades domésticas (desde buscar leña y agua hasta cocinar los alimentos), del desplazamiento y de la instalación y desinstalación del toldo. Cuidaban y criaban a los niños, preparaban los cueros y manufacturaban ciertos objetos. Ellas también eran las encargadas de la decoración de los mantos, bolsos, cinturones y naipes. Los hombres estaban encargados de cazar y fabricar las herramientas y armas, pero pasaban buena parte del tiempo comiendo, descansando y jugando. A partir de la incorporación del caballo a su vida diaria en el siglo XVIII, se dieron importantes cambios en la economía de este pueblo. Sumaron a su dieta la carne y sangre de este animal, de preferencia la de yeguas, de manera ritual y como objeto de sacrificio.



También utilizaron en el extremo norte sus tendones, huesos y pieles en la fabricación de útiles y la cubierta del toldo, reemplazando los del guanaco. La elaboración de la utilería ecuestre progresivamente se fue complejizando y generó una importante actividad artesanal. La adaptación del caballo permitió también extender el rango territorial de las cacerías y asegurar la provisión alimenticia. De mismo modo, el caballo favoreció los desplazamientos a larga distancia, permitiendo contactos inter étnicos que no siempre fueron pacíficos pero que dinamizaron el intercambio de bienes, como los tejidos mapuche de Nahuel Huapi. En lo que se refiere al hombre blanco, su interacción se fue haciendo cada vez más estrecha, pasando desde el trueque incipiente hasta un comercio en territorios específicos, como en el sitio arqueológico Dinamarquero en Magallanes.



Arte
La pintura, clave en el arte tehuelche, fue utilizada sobre distintos soportes. En el cuerpo, utilizaban pinturas faciales y corporales a manera ceremonial y, cotidianamente, como protección contra el clima. Las pinturas de distintos colores fueron hechas en base a grasa animal. También se tatuaron por medio de incisiones en la piel. El exterior de sus mantas de cuero de guanaco, llamados kais o quillangos, era ricamente decorado con coloridos dibujos geométricos. Un quillango necesitaba unos trece cueros de guanaco, de preferencia de la cría, el chulengo. Como parte de la vestimenta, también calzaron botas de cuero, primero hechas de guanaco y luego de potro. En todos estos soportes se observa un estilo común: motivos simples, principalmente geométricos (puntos, líneas, círculos y grecas); pero incorporando también figuras naturalistas, la más común fue la impronta de manos. Así mismo destaca el juego de naipes, al que llamaron berrica o birk, asimilado del contacto con los barcos de paso o por la movilidad que les otorgó el caballo. Manejaron tanto la baraja española como la inglesa, pero especialmente la adornada con sus propios motivos. Las hacían con cuero de guanaco, de un tamaño de unos 8 x 5 centímetros. Igualmente incorporaron los dados que fabricaron con huesos de huemul.



Organización Social
Antes de la introducción del caballo, la estructura básica habría sido la familia nuclear, constituyendo una docena de ellas una banda. Esta asociación voluntaria de varias familias reunidas en tolderías, se realizaba para complementar las actividades de caza. En ese momento habría existido una especie de jefe de banda llamado Gownok o Yank, quien solo organizaba y decidía la ubicación del campamento. Si bien tendrían un modelo matrilocal, sería el varón quien ejercía el poder al interior del grupo. Pero en general fueron extremadamente independientes, sin jerarquías formales de mando. Durante el período siguiente, el ecuestre, la adopción del caballo significó una revolución en casi todos los sentidos. Los grupos cuantitativamente hablando, pasaron a ser más importantes y este animal se convirtió en un bien de intercambio y prestigio que jerarquizó a los componentes del grupo.



Culto y Funebria
Sus creencias míticas hacen referencia a seres superiores de los cuales descendían. Kooch fue su ser supremo, todopoderoso, ordenador del cosmos, creador del sol y la luna y quien después de separar el agua de la tierra, se retiró a descansar al oriente.


Creían en la existencia de seres malignos, moradores de lo subterráneo y siempre dispuestos a hacer daño, los Gualichu. Otros relatos sugieren que éste era considerado una especie de divinidad única, aunque puede considerarse como influencia mapuche restringida al extremo norte de dispersión de los tehuelches. Utilizaban amuletos y talismanes que siempre escondían, practicando indistintamente la hechicería o la medicina.

Hubo rituales de nacimiento, muerte y matrimonio, y llama la atención la importancia de las ceremonias de iniciación femenina.. Al morir un hombre sus bienes eran quemados y sus caballos y perros sacrificados. La muerte de los caballares presentó diferencias según la edad del occiso: si era adulto, sus caballos eran muertos con boleadoras; si era niño, eran estrangulados. Bajo el cadáver, sentado hacia el este, se disponía una manta con arcilla roja. Sobre su tumba se levanta un túmulo de piedras (chenque) y al difunto no se le nombraba más. En algunas zonas también se han encontrado entierros en abrigos rocosos, donde el cuerpo era recubierto de pintura roja.



Patrón de Asentamiento
Fueron un pueblo cazador recolector, nómada y trashumante. Es decir, se movían durante las distintas épocas del año, por amplios territorios, pero siguiendo las mismas sendas durante siglos, lo cual generó verdaderas rutas. Junto a ellas, se encontraban los territorios tradicionales de caza y paraderos establecidos (aiken), los cuales tenían denominaciones precisas: Pali Aike, Juniaike, etc. Su vivienda tradicional fue un toldo de construcción sencilla y de fácil traslado. Su armazón era de madera y su cubierta de capas de cuero impermeabilizarlas, primero de guanacos y posteriormente de caballares. En un toldo podían alojar entre ocho a diez individuos, es decir, la familia nuclear más la parentela cercana. Los dormitorios se ubicaban al fondo. Las mujeres solteras en el centro, cercanas al fuego, alrededor de ellas, los jóvenes, niños y perros. Los campamentos invernales eran bastante permanentes, los veraniegos eran cortos, por lo general, debido a la falta de alimento, agua o la insalubridad. La incorporación del caballo acentúo aún más el nomadismo tehuelche, ampliando el ámbito geográfico de su movilidad.



Historia
Tehuelche fue como los mapuche llamaron al conjunto de los pueblos de la pampa que habitaban al norte del Estrecho de Magallanes. Los mismos fueron llamados Patagones por los navegantes europeos y dieron tanto nombre a este territorio como base al mito de su gigantismo. Aunque compartían un modo de vida general y un lenguaje, había varios dialectos y así como en tiempos históricos los grupos de la región de Magallanes se conocen como “aonikenk”, en el interior de Aisén o en las zonas fronterizas de Chiloé continental vivían otras parcialidades, con contactos indirectos con ellos y otros grupos tehuelches.

Los orígenes de este pueblo pueden rastrearse hasta 4500 años atrás, en sitios arqueológicos que muestran patrones muy similares de tecnología, dieta y modelos de vivienda. Se distinguen claramente dos fases en su desarrollo cultural. Una primera fase, la pedestre, que alcanzó a ser documentada gracias a referencias de algunos viajeros europeos. En esta fase, en total, debieron ser alrededor de 4000 a 5000 individuos, que se dividían en grupos nómades no superiores a 100, dedicados a la caza del guanaco y ñandú, así como a la recolección de productos litorales. Utilizaban el arco y la flecha y las boleadoras. En la siguiente fase adoptaron al caballo, animal que revolucionó su modo de vida. Éste habría escapado o abandonado por colonos durante el siglo XVI y al estar en un medio muy favorable se habría reproducido y expandido por toda la Patagonia.

La principal consecuencia de la adopción del caballo fue el aumento significativo en las distancias recorridas, mientras que los grupos se hicieron más grandes, de 400 a 800 jinetes, aumentando y haciendo más frecuentes los contactos con poblaciones vecinas. En general los modos de vida en la Patagonia se homogeneizaron, pero el clima fue más belicoso. A partir de los siglos XVIII y XIX, los tehuelches fueron fuertemente influenciados por los mapuche.
A fines del siglo XIX, en 1876, se introdujo por primera vez ganado ovino a Patagonia. Su buena adaptación inició la colonización de este territorio. En 1878, el gobierno argentino procedió a la entrega regular de concesiones a colonos. A partir de los años 1884-1885, se inició la penetración hacia los campos interiores, o sea, el sector meridional del territorio tehuelche. Se entregaron grandes extensiones a la ganadería, iniciándose la pérdida de acceso a los recursos naturales tradicionales de esta etnia. Entre 1876 y 1893 la mayor parte del territorio indio estaba ocupado, coincidiendo los mejores campos de talaje con los territorios de caza indígena. Esto trajo como consecuencia la fragmentación grupal y la dispersión, lo que significó una nueva adaptación para los nativos. A comienzos de 1890 había alrededor de media docena de grupos autónomos, de unos 300 a 400 individuos cada uno. Poco a poco éstos se agruparon en unidades mayores y en 1893 había tres comunidades indígenas. Dos de las cuales vieron casi totalmente restringido su modelo de movilidad tradicional por la disminución de guanacos, consecuencia del paulatino avance del ganado lanar. No obstante esto, en términos generales, las comunidades lograron establecer una relación de intercambio mercantil pacífico con los colonos vecinos.
Los tehuelche optaron por la crianza y comercio de caballos, la cría de ovejas y/o vacunos o el asalariarse en estancias vecinas, acelerándose su ingreso al sistema de producción occidental. Pese a que hubo cierta preocupación de las autoridades de la época, la introducción de nuevas enfermedades y el alcohol, además de ser inhabilitados para obtener la propiedad legal de sus territorios históricos por ser considerados incapaces de ser sujetos de derecho, diezmaron a este grupo.

Los últimos tehuelche fueron radicados en las reservas de Camusu Aike y Lago Cardiel, en lo que es hoy Argentina, y en ese país hay varias comunidades indígenas que reclaman esta herencia.


Lengua
La lengua del pueblo tehuelche está extinta, fue el aonikaish. Pertenecería al tronco lingüístico Tshon, al igual que la de los Selk?namselk?nam. Era aglutinante y sustantiva, es decir una palabra designa cada objeto de la naturaleza o expresa ideas abstractas de un orden superior, por ejemplo: chetjen /guanaco nuevo; shotel/ojo de guanaco; Otil nau/espíritu bueno. Habrían existido tantos dialectos como subgrupos componían la etnia.



Selk´nam




Ambiente y Localización
Los selk’nam habitaron la Isla Grande de Tierra del Fuego. Ella se dividía en Párik, la región de praderas ventosas al norte del río Grande y Hérsk, la zona boscosa, montañosa y lacustre al sur del mismo río. El clima en esta región es bastante inhóspito, de cortos y frescos veranos y largos, húmedos y fríos inviernos. Existiendo sin embargo una rica fauna: mamíferos marinos y moluscos en la costa del Pacífico y guanacos, zorros y roedores en la Atlántica. Además, diversas plantas comestibles y una gran variedad de aves estaban disponibles en toda la Isla.



Economía
Los selk’nam eran cazadores recolectores terrestres de alta movilidad, lo que les permitía explotar los recursos dispersos en la Isla. Importante recurso era el guanaco, que se cazaba con arco y flecha, pero también con boleadoras. Esta era una ocupación netamente masculina, pero hombres y mujeres cazaban y pescaban. Nadie estaba exento del trabajo, excepto niños pequeños, ancianos y enfermos, Quienes tenían aptitudes para ciertas actividades económicas comunes al grupo eran distinguidos con un título honorífico, por ejemplo, el artesano que hacía arcos o puntas de flecha, los cazadores especializados en ciertas piezas o los chamanes. Las mujeres hacían casi todos los trabajos domésticos, eran recolectoras, cocinaban, tejían canastas, preparaban y cosían cueros y pieles, cuidaban a los niños y transportaban los enseres domésticos, recogían leña, traían agua y construían la vivienda. Los hombres fabricaban el utillaje (las herramientas de piedra, hueso y madera) y aportaban los principales elementos de alimentación, vestido y vivienda.



El único animal doméstico era el perro, indispensable para la caza de guanaco y del zorro. No se sabe bien cuándo adoptaron al perro, pero era tan preciado que al morir el dueño del animal, éste era heredado por los parientes. Antes de la explotación marina a gran escala, la zona era rica en lobos marinos y ballenas. Éstas varaban ocasionalmente, siendo aprovechadas por todos en un gran festín. Comían casi cualquier especie de ave, excluyendo solo las rapaces. Mujeres y niños recolectaban huevos, hongos, bayas y moluscos en costas, ríos, lagos y lagunas. Cuantitativamente, los vegetales no eran muy importantes, pero sí como complemento para la carne y cuando ésta escaseaba como dieta principal. En tiempos de gran hambruna recurrían a las algas marinas.




Arte
Aunque eran grandes maestros en la pintura corporal y el canto, gran parte de lo que sabemos del arte selk`nam se remite al vestuario. Vestían sólo con pieles y cueros de animales, especialmente el guanaco, aunque para mantos y capas preferían al zorro. Una alternativa era la piel de roedores, aves, mustélidos y lobos marinos.



El manto o capa era usado por todos, con la piel hacia fuera y servía también de frazada y escudo. A veces, decoraban la lana expuesta con ákel (ocre mezclado con grasa animal). Las mujeres usaban collares y pulseras. A la vez, los hombres usaban tocados de plumas muy admirados llamados ohn u oon.


Como símbolo de su ser adulto, los hombres recibían un tocado triangular llamado kochel que ataban a la frente en todas sus cacerías. Todos usaban el pelo largo, con chasquilla sobre sus frentes. La pintura corporal era fundamental. Se adornaban con diferentes dibujos en cada ocasión, por ejemplo, en la caza, combates, paz, torneos, duelos, etc. Se pintaban diariamente por cuestiones prácticas y estéticas. El rojo era considerado el color más bello. Cada persona tenía su propia provisión de ákel, que era un importante bien de trueque. En sus ceremonias la pintura corporal alcanzó gran sofisticación.




Organización Social
La Isla Grande de Tierra del Fuego estaba dividida en Haruwen (tierras), en donde vivían grupos ligados por parentesco. Básicamente, existían cuatro tipos de instituciones sociales. Por un lado, los selk’nam se dividían en cielos (sho´on): el norte, sur, y oeste (el este no se representaba ya que era territorio del grupo Haush).




Cada persona era conocida por la tierra donde vivía o nacía y por el shó´on con que se identificaba.


El concepto de cielo era un principio organizador de gran significación social y ceremonial dado que fue la mayor entidad exogámica: se pertenecía al cielo del padre y dos personas del mismo cielo no deben casarse aunque no fueran parientes.

Por otra parte, las parentelas eran bilaterales y abarcan a todos los parientes consanguíneos hasta la tercera y cuarta generación ascendente. Con ella se regulaba la selección del cónyuge, que no debía ser pariente consanguíneo, con excepción del casamiento de un hombre con la hija del hermano de su madre, y se normaba la vida comunal. Del mismo modo existían los linajes, o sea los parientes que habitan en un mismo haruwen, los que eran patrilineales y patrilocales. Por último, la aska, correspondía al núcleo familiar y los parientes cercanos. Su número era alto porque la poligamia era común; el promedio de hijos era de cinco.



Por lo general, las familias migraban dentro de su propio haruwen, pero había excepciones, por ejemplo, una ballena varada, la caza de aves, un hain, un torneo de deportes, etc. La sociedad selk’nam prescindía de cualquier órgano de autoridad. Sólo los adultos tenían ascendencia sobre los jóvenes.



Podemos decir que la sociedad selk’nam fue igualitaria e individualista, pues cada uno era llevado por sus intereses o por los de su linaje. No había sistema de tributos, ni regalos, ni acumulación de riqueza. Pero si diferencias en la extensión y recursos del haruwen y también una disparidad en la división sexual del trabajo. Sin embargo, existía una especie de elite de quienes desempeñaban ciertas ocupaciones de jerarquía.


Los xo´on (chamanes) tenían un rol preponderante en todos los ámbitos sociales, cumpliendo con un conjunto de funciones en la caza, la guerra, la cura de enfermos, en la incertidumbre del porvenir, etc.




Culto y Funebria
El mundo ideológico selk’nam era muy complejo, expresándose a través de mitos, leyendas, ritos y ceremonias sociales complejas. Su religión habría sido monoteísta, pues habrían reconocido un espíritu divino, a Temaukel: ser supremo, espíritu primigenio, anterior a la creación y a los hombres, omnipresente, incorpóreo y, sobre todo, lejano. Hubo una manifiesta prohibición para referirse directamente a él y de no nombrarlo bajo ninguna circunstancia. Él fue quien formó a la tierra sin forma y al cielo sin estrellas y quien entregó las leyes del comportamiento a los hombres a través de Kenós: ente corpóreo, noble e intachable, que no poseía ninguna relación de parentesco con Temaukel, que fue encargado de poblar la tierra, darle vida y alegría. Temaukel y Kenós fueron los únicos habitantes del mundo celestial. La religión selk’nam habría sido terrenal, pues los hombres no se preocuparon del más allá, nadie se prepara para ingresar a él. El culto, nunca fue público, sino siempre personal, privado y sumamente reducido.



Dentro de los ritos selk’nam destaca el Hain. Su origen se encuentra en los mitos referidos a una pretérita supremacía femenina, un matriarcado donde las mujeres habrían dominado a los hombres, obligándolos a realizar todas las actividades de subsistencia mientras ellas permanecían ociosas. Los hombres, al enterarse de que eran engañados, asesinaron a todas las mujeres iniciadas y, para evitar el resurgimiento del poder femenino, se instauró el Hain, la formación de una sociedad secreta cuya participación fue negada a las mujeres.



La representación del Hain, socialmente habría obedecido a cuatro propósitos: la iniciación de los hombres jóvenes, los Klóketen; la ‘instrucción’ de las mujeres, para reproducir la dominación masculina; la reunión con personas alejadas y, por último, la realización de rituales indispensables para la reproducción social. No se sabe mucho acerca de las costumbres mortuorias de los selk’nam.

No se han encontrado muchos sitios con osamentas humanas. Es posible que debido a su alta movilidad, enterraran a sus difuntos de forma circunstancial, sin formar cementerios reconocibles. Y que la humedad del territorio no permita la conservación de los restos por largo tiempo.




Patrón de Asentamiento
En busca de recursos, los selk’nam se movían en grupos familiares y circunstancialmente se reunían con otros grupos (intercambios, grandes ceremonias, varazón de ballena, etc.). Sus campamentos eran temporales, permaneciendo en ellos desde unos pocos días hasta algunas semanas.




Había dos tipos de vivienda. Kauwi era la menos usada, era cónica. La construían en zonas boscosas donde había suficiente madera. Su diámetro era de 3,5 a 4,5 m. Su tamaño dependía del grupo de personas que la usarían, por lo general de una a tres familias. Fundamentalmente eran construidas para los Hain. La vivienda más común era el paraviento o tienda. Era más o menos cónica, hecha de palos y ramas, tapada con cueros de guanaco o lobo marino. Era provisoria, ya que era fácil de acarrear y de rápida instalación. Quien la transportaba era la mujer. El cobertor del armazón era de 6 a 16 cueros cosidos entre sí. La armaban sobre una depresión o hueco del terreno, quizá excavado entre 25 a 40 cm de profundidad y con un diámetro de uno a tres metros. El fuego estaba en el centro y bajo las pieles donde dormían ponían pastos y ramitas aislantes. Ambas eran viviendas uni o plurifamiliares.



En verano, es decir con buen tiempo, el paraviento era de forma semicircular; en invierno más sólido y cerrado. Si acampaban varias familias juntas, la distancia entre cada choza era de 25 a 40 metros entre ellas, si era posible.




Historia
Los selk’nam también fueron conocidos con el nombre de onas, que correspondería a una palabra yámana que significa “hacia el norte”, o “en el norte”. Actualmente los selk’nam están completamente extintos. El primer encuentro selk’nam/europeo se produjo en 1580 con la expedición de Pedro Sarmiento de Gamboa, aunque éste sólo se hizo habitual a partir de 1880, cuando se inicia la ocupación europea de la Tierra del Fuego, primero por la explotación de oro aluvial y luego por la explotación de pastizales para la ganadería ovina. En este contexto, se sucedieron los primeros contactos, la mayoría violentos, entre los mineros y los selk’nam de la zona, manifestándose principalmente en la captura y violación de mujeres. Luego en 1883, el gobierno da la primera concesión en la parte norte de la Isla para la crianza de ovejas. La consecuencia es que hacia 1885 los selk’nam dan rápida caza a las primeras ovejas y a su vez los colonos a los indígenas.




El misionero anglicano Thomas Bridges insta a los indígenas a respetar la propiedad de los colonos, cuestión inentendible para quienes todo animal que hubiera en su territorio les pertenecía, fuese guanaco colorado o “guanaco blanco”. Al cercarse los campos se restringió considerablemente la movilidad indígena, provocando desplazamientos hacia las regiones boscosas y cordilleranas del sur, lo que provocó conflictos con los demás grupos por la disputa del espacio.



La orden Salesiana funda misiones en la isla Dawson (1889) y en lo que sería la futura ciudad de Río Grande (1896). Esta política de concentración en las misiones creó una situación favorable a la expansión de enfermedades infecciosas, lo que significó la muerte para los indígenas refugiados allí por tuberculosis, gripe, neumonía, sarampión, escarlatina y enfermedades venéreas. Se puede decir que el último período de la historia selk’nam se encuentra entre 1880 y 1905. La escasa población sobreviviente se refugió en las regiones del sur, en las misiones salesianas y en las cercanías de la residencia de los misioneros Bridges sobre el canal Beagle.




Lengua
Pertenece a las lenguas fuéguidas, junto con el yámana y el selk´nam, que entre ellas eran mutuamente ininteligibles y sin aparente relación genealógica. Actualmente, la lengua está completamente extinguida.






Rapa Nui





Ambiente y Localización
La isla de Pascua o Rapa Nui se halla en medio del Océano Pacífico sur, a 3700 km de las costas americanas, aproximadamente, frente al puerto de la ciudad de Caldera. Es de origen volcánico y no posee cauces de agua permanente pero sí subterráneos. Antiguamente, tuvo una masa de bosques importantes, hoy presenta una sabana cubierta por matorrales y arbustos. Su fauna es escasa, todos los animales son introducidos salvo dos reptiles. Contrariamente, su mar presenta una rica diversidad. Su clima es subtropical con una temperatura media de 21°C.


Economía
Se basa en la agricultura, complementada por productos marinos (pequeños moluscos y peces, el atún principalmente). Esta actividad –que debió ser más importante durante tiempos prehistóricos- se realizaba con redes, lienzas, trampas y anzuelos de hueso, madera y piedra. Se cultivaban especies traídas por los primeros colonizadores de la isla: diversas variedades de ñame y de batatas, taro, plátano, caña de azúcar, entre otras especies. También plantas de utilidad y de adorno como las calabazas, el ngaoho, el pua y la pía y varias especies de árboles. Los rapa nui enfrentaron varias dificultades para implementar su sistema económico: las lluvias son muy variables y causan alternativamente inundaciones y sequías, el suelo no es muy favorable al cultivo, pues hay rocas bajo una pequeña capa de tierra fértil. Para superar estas dificultades y proteger las plantas conservando la humedad del suelo, implementaron los manavai o jardines subterráneos.


Según la leyenda fue el Ariki Hotu Matu’a quien organizó las tierras de la isla deslindándolas de forma radial, dando a cada linaje acceso a los recursos de cada piso ecológico. Los lugares donde se hallaban los bienes escasos, como las canteras de piedras, fueron de uso común. Los medios para trabajar la tierra se caracterizaron por su extrema sencillez: eran el akaúve, un palo grueso y largo usado para abrir hoyos grandes y el oka, palo más corto y delgado empleado para limpiar la tierra de los pastos, aporcar y plantar aquellos cultivos que no requerían hacer hoyos profundos.


Además de recursos vegetales, los primeros colonos trajeron gallos y gallinas. A la luz de los relatos y de la precisión que caracteriza la terminología respecto a las aves domésticas, se infiere que su crianza representaba una actividad especialmente importante para los isleños. Con el paso del tiempo, la población de la isla se incrementó y especializó en labores no productivas, como la creciente construcción de edificios monumentales.


Para obtener terrenos cultivables, se cortó y quemó la vegetación original, trayendo consecuencias desastrosas para los suelos y el agua. La falta de árboles repercutió en todos los ámbitos de la vida rapa nui: dificultó la preparación de alimentos, las salidas de la isla y el transporte de los Moai hasta los Ahu.


Arte
Poco antes del año 690 d.C., la producción de un superávit económico permitió el comienzo de una arquitectura religiosa monumental en el sector costero: los Ahu. Se caracterizan por un patrón de rampas con alas laterales y pavimento de rocas de playa, alineadas alrededor de una plataforma central plana y alargada, rellena de ripio. Sobre ésta descansan los Moai, en solitario o en filas de hasta quince, aunque están ausentes en los ahu más tardíos. Estas enormes estatuas de piedra corresponderían a imágenes de antepasados. Cada uno lleva el nombre de la persona que representa. Eran casi completamente esculpidas en las canteras ubicadas en las laderas de los volcanes, antes de ser transportadas a su destino final. Aparentemente, eran mudadas en posición horizontal con la cabeza adelante por una red de caminos que bordeaba casi toda la costa. Considerando que una gran cantidad de estatuas todavía se encuentra en las canteras o en su periferia, se puede pensar que el proceso de transporte fue la parte que más dificultades presentó. Una vez en el Ahu, los Moai eran gradualmente puestos en posición vertical sobre la plataforma. El proyecto de ingeniería más complejo seguramente fue el de disponer sobre las cabezas de los Moai los bloques cilíndricos de escoria roja que llevan como sombreros. La actividad escultural fue al parecer fruto de varios equipos de trabajo independientes, sugiriendo la existencia de una competencia interna. La cultura Rapa Nui cuenta con una amplia gama de otras manifestaciones artísticas, entre ellas las estatuillas que se obtenían de la madera del toromiro: el Moai Kavakava y el Moai Pa’apa’a Hiro. Eran copias de espíritus llamados Akuaku y eran consideradas sagradas. Existe además una gran diversidad de adornos y figuras utilizadas en ceremonias festivas. Destacan esculturas en madera de peces y lagartos y los Rona u hombres-pájaro. Igualmente utilizaron perfumes, tatuajes, pinturas corporales y se dilataron el lóbulo de las orejas como signo de prestigio.


También tenían una suerte de escritura, aún no bien comprendida, utilizando signos que grababan en tabletas llamadas Kohau rongorongo. En ellas “escribían” himnos religiosos, hazañas y hechos y relatos de personajes importantes y, quizás, genealogías históricas. Sólo algunos sabios y especialistas, llamados maori podían leerlas.


Hoy existe un pequeño número de estas tableras y se desconoce su verdadero contenido. Otra manifestación artística importante son los grabados rupestres, muy abundantes en la Isla. En bajo y sobre relieve sobre rocas se plasmaron diseños de peces, aves, tortugas, embarcaciones, figuras humanas de grandes ojos, el hombre pájaro, el dios Make Make, etc. Muchos de estos motivos se repiten en pinturas murales al interior de las casas, así como en otras partes de Polinesia (Hawai, Nueva Zelanda o Islas Marquesas, por ejemplo).


Organización Social
Hotu Matu’a fue el primer Ariki Henua o rey de la tierra Rapa Nui, pero en sentido amplio Ariki eran también la reina, los príncipes y los nobles. Esta elite poseía además de un poder político, uno mágico - el Maná- que hacía crecer los frutos y los animales de la tierra y el mar. Al interior de la familia real los hijos se jerarquizaban por primogenitura. Cada uno de los descendientes de Hotu Matu’a constituyó grupos diferentes, llamados Mata, que poseían un jefe, personas de rango, distintas clases sociales y especialización de sus actividades: un jefe militar, policías, maestros, sacerdotes, constructores de casa, escultores, agricultores, pescadores, etc. Las fuentes históricas distinguen 12 grupos semi independientes principales. Cada Mata, a su vez, se dividía en clanes con un área claramente delimitada y vedada a los individuos pertenecientes a otro clan. En esta zona residían y ejercían sus actividades económicas.


En la primera época de la civilización Rapa Nui no hubo grandes conflictos intergrupales, pero a causa de la crisis demográfica, éstos habrían aparecido y, poco a poco, agudizado hasta acabar en una guerra total.


Culto y Funebria
Rapa Nui posee una rica tradición que se inicia con el relato mítico de su poblamiento. La comunidad del Ariki Hotu Matu’a se habría visto obligada a partir de Hiva, la isla de origen, por una elevación del mar, una erupción volcánica u otro cataclismo que posiblemente expresa la presencia de conflictos internos graves. En sueños, el sacerdote Hau Maka habría visitado un territorio virgen favorable al asentamiento humano. El rey mandó una expedición en su búsqueda. Los siete hombres que la componían, reconocieron en Rapa Nui las indicaciones dadas por el sacerdote. Al recibir las noticias de la veracidad de la información entregada por el sacerdote, Hotu Matu’a emprendió el viaje con su comunidad en dos canoas. Las primeras labores del Ariki en Rapa Nui fueron la organización y distribución de terrenos para la vivienda y el cultivo.


El rey fue un personaje unificador y su reinado pacífico. A su muerte, comenzaron a surgir conflictos de tierras que finalizaron con una revolución que modificó todos los aspectos de la vida social Rapa Nui. Hubo un cambio cúltico y una reformulación de las prácticas funerarias. En el primer período, el culto estaba organizado alrededor de los antepasados, representados en los Moai. En el segundo, irrumpió el culto del Manutara u hombre pájaro, donde la ceremonia más importante fue la del Tangata Manu. Esta tenía un carácter religioso durante el período clásico, pero luego se constituyó en un certamen político: un tipo de concurso donde los dirigentes o sus representantes competían para obtener el primer huevo del pájaro sagrado Manutara de un islote cercano y llevarlo intacto al centro de reunión. El ganador recibía el título de Matatoa y regía durante un año. Al parecer, el grupo al cual pertenecía el vencedor gozaba de ciertos privilegios, como el de saquear a los demás.


Con respecto a la funebria, en el período clásico los cuerpos fueron inhumados en los Ahu-Moai. Estos habrían sido destruidos entre 1740 y 1840, a consecuencia de luchas internas. Con la violencia se inició un período donde los cuerpos fueron enterrados en Ahu ‘sin Moai’ o en tumbas construidas bajo las ruinas de los Ahu-Moai, bajo de las estatuas caídas o de gruesas capas de piedras dispuestas en forma de pirámide alargada y asimétrica.


Patrón de Asentamiento
Se ubicaron en las áreas de costa y en el interior, dándose diferencias en el patrón de asentamiento. Las zonas costeras, por lo menos en el sur de la isla, se caracteriza por la presencia de grandes centros ceremoniales, los Ahu, foco de la organización religiosa, socioeconómica y política de cada linaje durante el primer período Rapa Nui. A una distancia de 100 a 200 m y orientados hacia éstos, se localizaban los Hare paenga, habitaciones en las que vivía la elite de la sociedad. Su tamaño alcanzó en algunos casos 40 m de largo y 4 m de ancho.


Hacia el interior de la Isla se hallaban las viviendas donde residía la mayoría de los miembros del linaje reunidos en familias extensas. Sus unidades habitacionales eran de planta rectangular y circular y estaban aisladas. Cada una posee talleres líticos, corrales y la presencia de pequeñas estructuras circulares probablemente relacionadas con algún tipo de cultivo. Asociadas a estas construcciones se hallan cuevas con entradas muy pequeñas probablemente usadas como habitaciones. Ambos asentamientos, los interiores y los costeros, fueron contemporáneos y debieron haber funcionado como unidades interrelacionadas.


Historia
Las fechas más tempranas de ocupación en Rapa Nui indican presencia humana desde más o menos 100 años d.C. Fue Hotu Matu’a quien comandó la primera migración a Rapa Nui, la de los Hanau momok, desde algún lugar de la Polinesia; luego la isla recibió una segunda oleada de hombres, la de los Hanau eepe. A la muerte de Hotu Matu’a, poco a poco, fueron apareciendo conflictos generados por la asociación de una fuerte presión demográfica y la escasez de recursos naturales. El punto culmine fue una crisis de la cultura clásica de Rapa Nui, traducida en una revolución contra el grupo de elite Ariki y de las actividades religiosas que los representaban.


La reorganización social conllevó conflictos intergrupales, canibalismo y la destrucción de los Ahu-Moai. Con la llegada en 1722 del navegante holandés Jakov Roggeveen, Rapa Nui inició su fase histórica, la de contactos y la aculturación a la sociedad occidental. Hasta 1833, los contactos con europeos se limitaron al área del litoral y se caracterizaron por el intercambio de bienes (como gallinas, agua y vegetales principalmente, a cambio de artículos de madera, metal, etc.) y el tráfico sexual con las mujeres. Durante esta época, la sociedad Rapa Nui estaba en decadencia, los alimentos escaseaban y había un alto grado de conflicto interno. Además, en el año 1862, una parte de los Rapa Nui fueron escalvizados y trasladados al Perú, situación que terminó por disminuir a la población en más de 50%. Entre 1864 y 1872, los contactos con y europeos fueron sistemáticos a partir de la instalación de dos misiones religiosas francesas en la isla. Esto conllevó cambios: poco a poco la religión católica reemplazó las antiguas prácticas de culto, la población de la isla se concentró, la división territorial tradicional colapsó, el sistema de producción se desintegró y la propiedad de la tierra se concentró en manos extranjeras y se destinó a la ganadería. La población de Pascua quedó reducida a 175 personas que se transformaron en inquilinos. En 1888, el capitán Policarpo Toro toma posesión formal de Rapa Nui a nombre de Chile. Se enviaron funcionarios gubernamentales y tres familias de colonos, los contactos con la Polinesia francesa disminuyen y los europeos radicados en la isla partieron. A pesar de ello, la Isla queda totalmente abandonada por las esferas políticas chilenas. La economía isleña volvió a basarse en actividades tradicionales de agricultura y pesca y muchos isleños volvieron a habitar sus tierras ancestrales.


En 1892, el Fisco firma un contrato de arriendo por las tierras y bienes públicos con un ciudadano francés, y en 1895 se instala en la isla, Merlet y Cía., convirtiéndose Rapa Nui en una hacienda ovejera, reiniciándose a través de este sistema ganadero los abusos y la pobreza para la población local. En 1953, Rapa Nui pasa a la administración de la Armada de Chile, la situación de la isla se regulariza y comienza una fase de desarrollo en infraestructura y contacto con el mundo exterior. Expediciones científicas como las de Thor Heyerdahl y William Mulloy reintroducen a los Rapa Nui en su pasado e interés por su patrimonio cultural, revitalizándose la industria artesanal. Los isleños comienzan a demandar y adquirir mayores derechos.


A partir del año 1965, se amplía la apertura de la isla hacia el mundo exterior gracias a la mejora de las comunicaciones, la creciente llegada de extranjeros e importantes movimientos migratorios entre Pascua, el continente y Tahiti. El contexto familiar tradicional de hoy en día se ha revigorizado, pudiéndose considerar la tierra como clave para la continuidad cultural Rapa Nui. El turismo se ha constituido en pieza central de la economía isleña. En la actualidad 4647 individuos se adscriben a la etnia Rapa Nui, representando el 0,67% del total de los indígenas del país.



Lengua
El rapa nui es una lengua viva que pertenece al subgrupo polinésico de la gran familia de lenguas austronésicas. En esta lengua un mismo elemento morfológico puede cumplir las funciones de sustantivo, adjetivo o verbo. Y las categorías gramaticales de género, número, tiempo, se expresan mediante prefijos y sufijos. Su uso es oral y de uso corriente.

Mapuches



Ambiente y Localización
El mapuche es el grupo indígena más numeroso del país. A la llegada de los españoles, habitaban gran parte del sur de Chile, dividiéndose en subgrupos según la zona geográfica. Los primeros investigadores reconocieron a los picunches, que poblaban desde el río Maule hasta los ríos Itata y Bío Bío; los araucanos, desde estos últimos hasta el Toltén; los pehuenches en la zona cordillerana, desde Chillán hasta Antuco, y los huilliches entre el río Toltén y el golfo de Corcovado, incluida la isla de Chiloé. Es decir, los mapuches ocupaban ambientes y paisajes diversos, que iban desde la región subandina hasta la costa y desde climas templados cálidos a climas fríos lluviosos, lo que implicaba diversas adaptaciones y consiguientes diferencias culturales. Los cambios ocurridos durante la Conquista y la Colonia española produjeron una notable unidad cultural y, sobre todo, política y social de este grupo. Luego del sometimiento a la República de Chile, una parte considerable de este pueblo migró a la ciudad. De hecho, actualmente, la mayoría vive en asentamientos urbanos y no en el campo, concentrándose en las ciudades de las regiones de la Araucanía y la Metropolitana, seguidas por la región de Los Lagos y la de Bío Bío.

Economía
La economía mapuche ha variado en el tiempo. En el siglo XVI, ésta se centraba en la caza y la recolección, complementándose con la semidomesticación de camélidos y una producción hortícola no intensiva, que consistía principalmente en el despeje de campos mediante quema de bosques para alternar terrenos cultivables. Su economía era de subsistencia, es decir, con escasa acumulación productiva. La mujer estaba a cargo de las labores domésticas y de la manufactura cerámica y textil (düwekafe: tejedora). La Guerra de Arauco sostenida durante la Colonia determinó una economía propia de la guerra, en que los asaltos y “malocas” eran una fuente de ingresos. En esta misma época se produjo la incorporación del caballo, sin el cual no se entiende la economía mapuche tradicional. Durante los siglos XVII y XVIII, ocurrió la “araucanización de las pampas”; los mapuches incorporaron la ganadería bovina, inaugurando y encabezando un circuito mercantil fronterizo entre Chile y Argentina, convirtiéndose en los mayores traficantes de caballos y ganado de Chile. También se incrementó la textilería, tanto para uso como para venta, también la cestería, la cerámica y en especial, la platería, una ocupación masculina (ngutrafe o retrafe: joyero), que alcanzó en el siglo XIX su mayor desarrollo. La denominada “pacificación de la Araucanía”, en 1881, significó el fin de esta etapa de auge económico y la pérdida de su autonomía. Nació la Comisión Radicadora de Indígenas para su reducción y entrega de títulos de merced (propiedad de la tierra). Tras un período de casi veinte años, la sociedad mapuche se empobreció, pero lograron adaptarse al régimen de hijuelas, haciéndose agricultores de subsistencia con una tecnología precaria y ganaderos a muy pequeña escala. La familia se congregó en torno a la ruka, con un pedazo de tierra de usufructo privado y recursos animales y materiales propios, salvo en el caso de la mediería o, de precisar mucha mano de obra, del mingaco o “vuelta de mano”. Consecuencias directas de la vida de los mapuches en reducciones son el sobretalaje de los terrenos, la destrucción de los bosques por la no reforestación y la sobreexplotación de suelos ya pobres. Los efectos indirectos han sido el envejecimiento y la masculinización de la población debido a la migración como mecanismo para regular la presión demográfica, la que, sin embargo, al mismo tiempo ha sido el principal dispositivo de integración del mapuche a la sociedad nacional.

Actualmente, la mayor parte de los mapuches se desenvuelve en la ciudad, si bien mantiene un modo de vida campesino de pequeños productores en el campo, compuesto básicamente por gente mayor que conserva la cultura tradicional. En resumen, hoy los principales factores de producción de los mapuches son su fuerza de trabajo, la tierra y una gran solidaridad interna.

Arte
Se puede decir que el arte mapuche es síntesis de dos importantes tradiciones: la prehispánica y la hispano-europea. En él se plasman su ideología y cosmología y por ser tradicional, el arte es traspasado de generación en generación. Su reconocida orfebrería en plata (rutran) se desarrolla con la llegada de los españoles, incorporando la fundición artesanal, pero conservando el laminado con que se confeccionaban los antiguos adornos en cobre.

Las joyas en plata pasaron a formar parte del atuendo típico de la mujer mapuche y un elemento importante de la dote matrimonial: cintillo de cadena (trarilonko), aros (chaway, upul), pectorales (trapelakucha, sikil, runi, llol-llol), prendedores (akucha), alfileres para sujetar los mantos de lana (tupu, ponzon), así como las cintas para la cabellera en cuero o tejidos con remaches de plata. En este metal también se confeccionaban los aperos para el caballo, donde destacaban la belleza de herrajes, espuelas y estribos.

Los tejidos también son parte fundamental de la representación de la identidad mapuche. Colores y diseños se combinan según usos y significados tradicionales de este pueblo para crear mantas (makuñ) y fajas (trarihue), alfombras (pontro), cobertores y bolsos de lana. La producción cerámica, por su parte, destaca por sus vasijas (metawe) con decoración modelada, que propone formas asimétricas que asemejan animales, como el pato, la gallina y el sapo. Importante también es el tallado de maderas nativas, de alta duración y belleza, como roble, laurel, raulí, alerce y coihue. Con ellas se producen desde utensilios domésticos (bateas, platos, cucharas) hasta objetos de carácter ritual como el kollong (máscara), el rewe (poste ceremonial chamánico) y el chemamull (troncos tallados que rematan en amplias cabezas de funcionalidad funeraria). Menos conocida es la cestería, en la que se fabrican cestos firmes y tupidos que sirven para contener, trasladar y lavar alimentos y aventar granos.

Dentro del arte mapuche, es necesario incluir también la música y la danza en los que, a través de instrumentos como el kultrun y la trutruka, se ambientan ritos que expresan la cosmovisión y que festejan los ciclos vitales de este pueblo.


Organización Social
Hasta el siglo XVI, los mapuches poseían una organización social familiar patrilineal, poligámica. En el siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIII, se fortalece el cacicazgo, produciéndose una fuerte jerarquización social para tiempos de guerra, donde nace la figura del toki, muy funcional para el sistema de guerra. Las autoridades coloniales trataron de fortalecer la figura del lonko o jefe de comunidad, con muy poco éxito. A partir de la derrota de 1881, se implementó un sistema de protectorado y se procedió a conceder tierras a las comunidades familiares, identificando a cada una con el nombre del cacique o lonko. Sin embargo, con esto no se logró la integración de los mapuches a la sociedad chilena.

La comunidad, tal como la crearon los nuevos títulos de dominio, no había existido antes del régimen reduccional como concepto ni como realidad. Hoy, la comunidad es un grupo consanguíneo en su mayoría patrilineal, que proviene del otorgamiento de un título de merced a un jefe y su familia. En ella existe una relativa homogeneidad social de sus miembros.

El proceso de diferenciación interno se encuentra en el límite de la comunidad, imponiéndose una solidaridad primero familiar y luego comunitaria. Sin embargo, en nuestros días la mayor parte de la población mapuche reside en sectores populares de las grandes ciudades del país, organizándose en centros culturales que tienen por objetivo principal la reetnificación de las generaciones urbanas.

Culto y Funebria
La religiosidad mapuche actual está teñida por el sincretismo de los conceptos introducidos por la evangelización cristiana, los que se integran a la cosmología mapuche tradicional, generando como consecuencia nuevas dimensiones de lo sagrado, nuevos símbolos y ritos.

El Admapu es el conjunto de símbolos, prácticas y creencias tradicionales que propugnan que el pueblo mapuche y la tierra (mapu), fueron creados por Nguenechen (“dueño de los hombres”). En tiempos antiguos la figura mítica fundamental fue el Pillan, espíritu del antepasado fundador del linaje. Existiría un principio ordenador dentro de la cosmovisión mapuche, el de izquierda/derecha, donde la primera se asocia a lo inferior y la derecha a lo superior. Por ende, el dualismo como conjunción de dos principios opuestos conforma parejas de oposiciones, resultando un sistema cuadripartito que es representado en los diseños que porta el tambor ceremonial o kultrun.

Los o las chamanes (machi) invocan en los ritos a las cuatro grandes deidades: el Anciano, la Anciana, el Joven y la Joven; el Wenumapu se divide en cuatro cielos que ordenan el número de bailes o de oraciones que componen el Nguillatun o rogativa, una de las ceremonias mapuches más importantes. Las formas de entierro en los cementerios de los antecesores mapuches fueron diversas: en canoas o en troncos ahuecados, en cistas de piedra, inhumaciones directas en la tierra y en urnas funerarias de cerámica; ésta última fue la modalidad de inhumación más común de la cultura El Vergel, entre el Bío Bío y el Toltén. A veces, coexisten enterratorios en urnas y en canoas en un mismo cementerio.

En las tumbas de la más antigua cultura Pitrén, se disponen como ofrendas vasijas cerámicas, predominando los jarros simétricos y asimétricos con engobe negro o con decoración negativa de motivos geométricos o fitomorfos. En los entierros de El Vergel, se acompañan las urnas funerarias con jarros de cerámica pintados con motivos rojos sobre una superficie blanca, un tipo de decoración que después se populariza en el llamado Estilo Valdivia que se desarrolla en la época colonial-hispana, junto con adornos de plata y cobre, herramientas de labores cotidianas y elementos de uso ecuestre.


Patrón de Asentamiento
Se cree que antes del siglo XVI su asentamiento era disperso y de carácter trashumante, debido a que la recolección y la horticultura de tala y roza caracterizaban su sistema de vida. Los cronistas españoles asignaron varios nombres al grupo residencial local, como levo, lof, rehue y otros, los que probablemente aludían a diferencias culturales o espaciales entre los grupos, o a momentos cronológicos distintos. Estos grupos estaban constituidos por “casas” distantes donde habitaban los varones miembros del patrilinaje con sus mujeres –las que provenían de otras comunidades bajo un sistema de residencia patrilocal–, y sus hijas solteras. La ruka era la vivienda tradicional de la unidad familiar extensa. Son edificaciones de diferentes tamaños y formas (rectangulares, circulares y elípticas), cuya estructura más común se forma con una fuerte armazón de madera de roble, recubierta en el techo y a veces también las paredes con manojos de paja que la aíslan de las temperaturas extremas y la protegen de la lluvia. No tienen ventanas sino sólo una entrada orientada hacia la salida del sol, el Puelmapu (Tierra del Este, lugar donde moran las deidades).

Al interior, el fogón (kutral) ocupa el centro y como permanece siempre encendido, ennegrece las paredes con su hollín. Hay muy pocos muebles: el wanku (pequeño taburete labrado en un solo bloque de madera) y las camas, que se disponen en los costados de la vivienda. Artefactos domésticos cuelgan del techo y de las paredes y ciertos espacios interiores se destinan a almacenar víveres.

La construcción de la ruka tradicional, hoy en desuso, era objeto de trabajo comunal y se celebraba con una fiesta llamada rukatun en la cual se bailaba con máscaras o kollong. Hoy en día, comunidades han incorporado masivamente las viviendas de tipo occidental, aunque en muchos casos la disposición de sus espacios interiores o la forma en que se utilizan, recuerdan a la ruka. Entre los mapuches urbanos, la vivienda y el uso de los espacios no se diferencian mucho de aquellas de las clases populares de las ciudades chilenas.


Historia
Los mapuches son considerados descendientes directos de las culturas arqueológicas prehispánicas Pitrén (100-1100 d.C.) y El Vergel (1100-1450 d.C.), que se desarrollaron en la región, entre el río Bío Bío y el seno de Reloncaví. No obstante, a la llegada de los españoles, su lengua, el mapudungun, estaba difundida desde el río Choapa hasta Chiloé, lo que no implica una homogeneidad cultural de los diferentes grupos que habitaban este extenso territorio. La llegada de los españoles en el siglo XVI fue, aparentemente, el elemento que gatilló que poblaciones distintas se agruparan y estrecharan sus lazos sociales y culturales, formándose la identidad mapuche conocida históricamente.

Los mapuches se rebelaron contra el sometimiento español e incendiaron las ciudades que habían fundado desde el río Bío Bío al sur. Esta rebelión fue el inicio de la Guerra de Arauco, que obligó a España a mantener un ejército profesional que resguardara las fronteras, así como a reconocer la autonomía mapuche en sus tierras.

El definitivo sometimiento mapuche sólo terminó ante el Ejército de la República de Chile con la así llamada “pacificación de la Araucanía”, en 1882. Esta acción militar se fundamentó en la urgencia por conquistar territorios explotables, impulsada por una ideología que propugnaba la eliminación de lo indígena en nombre de la “civilización”. A partir del triunfo militar chileno y para dar inicio a una colonización con elementos criollos y europeos, se controló al indígena por medio de su asentamiento en reducciones de propiedad comunal. Las consecuencias directas de este proceso para la sociedad mapuche fueron la drástica disminución de sus tierras por reiteradas y masivas usurpaciones; la dependencia en un agente externo, el Estado, y una desorganización social, causada por la pérdida de autoridad de los lonkos. Producto de todo esto, desde inicios del siglo XX, la acción mapuche pasó del campo militar al político, de guerreros a líderes organizacionales, del campo a la ciudad, con una progresiva migración y el surgimiento de una elite intelectual y profesional en el seno de la sociedad mapuche.

En 1910, la primera organización indígena del país, la Sociedad Caupolicán, elevó una serie de peticiones de carácter étnico y campesino. Desde los años sesenta hasta 1973, los mapuches participaron sin resultados en la Reforma Agraria para tratar así de recuperar las tierras usurpadas. Había comenzado la progresiva migración del mapuche a la ciudad. A fines de la década del setenta, casi un 70% del pueblo mapuche se hallaba en la ciudad y en la extrema pobreza. A escala nacional se consolidaba un desarrollo capitalista que concebía el llamado “problema indígena” sólo como campesino.

En 1976 el gobierno militar, a través de la Ley de División de Comunidades, intentó hacer que la propiedad comunitaria mapuche se privatizará, o sea, que pasara a manos de los individuos. En los años ochenta se incrementó el nivel de pobreza del mapuche, lo que conllevó más migración a la ciudad y mestizaje. Hasta comienzos de la década de los noventa, las leyes indígenas apuntaban a la incorporación y/o asimilación de los mapuches a la sociedad chilena, situación que en parte se intenta revertir ya en democracia con la promulgación de la Ley Indígena de 1991, que reconoce, protege y fomenta el desarrollo de los grupos étnicos en el país. Se estima que la población mapuche prehispánica era aproximadamente de un millón.

Hoy en día, los mapuches ascienden a más de 600.000 personas, que corresponden al 87,3% de la población indígena del país.


Lengua
La lengua mapuche es el mapudungu ("lengua de la tierra") o mapudungun ("habla de la gente"). Tipológicamente es polisintética y aglutinante, de tendencia sufijadora y altamente verbalizante. Es decir, palabras complejas son equivalentes a oraciones del español, por ejemplo: katrümamüllmean = "iré a cortar leña" (mamüll/leña; katrü/cortar, que realiza el sujeto). A la llegada de los españoles, el mapudungu se encontraba en uso desde Coquimbo hasta Chiloé y de cordillera a mar. Hoy, es la lengua aborigen de mayor vigencia en el país.

Kawashkar


Ambiente y Localización
Los kawashkar vivieron entre el Golfo de Penas hasta aproximadamente el paso o canal Cockburn, en la parte occidental de Tierra del Fuego, ocupando además casi todo el estrecho de Magallanes, hasta la entrada sur del canal Sarmiento. Esta zona corresponde a laberínticos archipiélagos australes, donde la cordillera es casi infranqueable y las islas prácticamente inabordables por su ausencia de playas y la densidad del bosque magallánico. Los canales, de unos 480 kilómetros de longitud, son casi todos de aguas tranquilas y navegables. El clima aquí es lluvioso y sólo hay dos estaciones: invierno, cuando el termómetro varía entre los 0 y –5 ºC, y verano, con temperaturas no superiores a los 10 ºC.

Economía
Fueron un grupo canoero, nómada, cazador recolector. La embarcación principal parece haber sido la canoa de cortezas de árbol (preferentemente coihue), cosidas con nervios de ballenas, unas sobre otras y enmalladas a modo de concha, según la descripción de las crónicas históricas. De forma curva y puntiaguda y de longitud variable (entre ocho y nueve metros), el hallef era impulsado por unos pequeños remos. Posteriormente, habrían adoptado la dalca chono (tablas cosidas con tendones y calafateadas con un emplasto de barro y vegetales) y, en épocas históricas, la canoa monoxila de tronco ahuecado, cuya fabricación es posible sólo con la tecnología europea (hachas de metal). Al centro de la canoa, el fuego siempre estaba encendido, sobre todo en forma de brasas para evitar que se consumiera, generando calor y permitiendo la cocción de los alimentos.

El régimen alimenticio kawashkar fue fundamentalmente carnívoro y graso. Los recursos principales se obtenían de la caza del lobo marino, de las nutrias y las aves marinas, así como de la pesca y la recolección de moluscos, alimento cotidiano, tanto crudos como cocidos. Era la mujer la que se dedicaba a su recolección y pesca, mediante buceo, para lo que cubrían su piel con grasa de lobo marino y arcilla, y recogían las presas en canastos vegetales, también fabricados por ellas.

Los hombres eran los responsables de la caza terrestre y marina y de la confección de herramientas, hechas básicamente de hueso. La cantidad de utensilios que fabricaron y poseyeron fue pequeña, sobre todo en variedad; una misma herramienta solía cumplir varias funciones. Confeccionaban punzones y cajas de madera con cortezas. Para la caza del lobo marino usaron un arpón de hueso o una gran red hecha de tendones o hebras de cuero con el fin de atrapar al animal vivo. Su carne y la de ballena eran ingeridas en avanzado estado de putrefacción. Hay poca información sobre el uso del arco y la flecha. Fundamental era el perro en la caza del huemul y, posteriormente y de manera eventual, en la de vacunos cimarrones. Los escasos vegetales que consumían, junto con hongos y huevos de pájaro, eran recogidos en tierra firme.

Arte
Sus adornos fueron collares de conchas y plumas. Su vestimenta, una corta capa de cuero amarrada al cuello, cuyo material varió según el territorio (lobo marino y venado, principalmente). La utilización de pintura corporal fue una costumbre muy común entre los pueblos kawashkar, yamana y selk’nam, aunque restringida a las ceremonias. Dibujaban en su rostro y cuerpo rayas y motivos geométricos de distintos colores. Cuando los hombres kawashkar iban a ser padres se cubrían de color rojo y se adornaban con plumas blancas el hombro derecho y el pecho. Cuando se trataba de la muerte de un familiar, pintaban su rostro de negro, diferenciando el diseño según la causa de muerte. En el año 2006, en paredones naturales de la isla Madre de Dios, fueron encontradas 25 pinturas rupestres que se atribuyen a este pueblo.

Organización Social
La unidad social básica era la familia.

Existía un jefe a cargo de las excursiones de caza, que solía ser aquel de mayor fuerza, y cuando dimitía el cargo era heredado por uno de sus hijos o amigos. El matrimonio se realizaba posterior a la pubertad e iba aparejado a la construcción de la canoa, la tenencia de perros y la edificación de la vivienda, sinónimo de independencia. La ceremonia era celebrada con familias amigas y se consumía gran cantidad de alimentos. El matrimonio era prohibido entre hermanos y primos, tanto por línea materna como paterna. Los niños más chicos permanecían amarrados a la espalda de la madre y la diferenciación sexual se reconocía a partir de los cuatro años de edad. Su nombre era dado cuando se adquiría la lengua y la movilidad. La crianza de los hijos y el dominio de la canoa estaban en manos de la mujer, mientras que la fabricación de la choza la realizaban los hombres.

Existía el intercambio, el tchás, que consistía en ofrendas repartidas entre las personas que acampaban en un mismo sitio, aunque las familias generalmente estaban diseminadas y eran autárquicas, vinculándose sólo en ceremonias o eventos como la varazón de una ballena. El aislamiento habría sido el factor más importante para comprender la homogeneidad de esta cultura.


Culto y Funebria
La cosmovisión kawashkar se basaba en la creencia de un ser supremo, solitario e independiente, Xolás. Creador de todo, de las tradiciones y la moral, dirigía la acción humana. Moralmente predominaba el principio ‘cada uno es primero su propio prójimo’. Existían también otros espíritus como Ayayema, espíritu maligno presente en todas las etapas de la vida, asociado al hedor y que rondaba por los parajes australes llevando mala suerte, enfermedad y muerte. Los sueños eran el nexo con el ‘más allá’.

La iniciación o Kalakai, estaba dirigida tanto a los hombres como a las mujeres, y su objetivo era perfeccionar la educación paterna, adoctrinando de forma intensiva tanto moral como práctica al nuevo adulto para que pudiese valerse por sí mismo. En el Kalakai se reunían los(as) candidatos(as), cuyas edades fluctuaban entre 14 y 18 años, y sus familias en una gran choza. Se designaba a un conductor de la ceremonia, generalmente un anciano, él debía enseñar los códigos morales dados por Xólas.

Generalmente, el evento se producía al varar una ballena, es decir, cuando los alimentos suficientes estaban asegurados. La duración de la ceremonia era de aproximadamente seis a diez semanas, según la provisión de alimento y la atención del público. También tenían una ceremonia masculina secreta similar al Kina yamana.

El Owurkan, puede ser considerado como médico, chamán o sacerdote encantador. Se ocupaba de la cura de enfermedades, de la predicción del tiempo y de la influencia espiritual sobre la gente. Las enfermedades, si eran de carácter leve, eran tratadas por cada uno, si se agravaban se recurría al Owurkan.

Ante una muerte inminente se buscaba un sitio cómodo donde ubicar al moribundo y una vez producido el fallecimiento se proferían gritos y lamentos, seguidos de una disminución en las actividades cotidianas. El cuerpo era extendido, envuelto en cueros cosidos y enterrado junto a la choza, a unos veinte centímetros de profundidad, con la vista hacia arriba y cubierto de ramas, hojas y piedras. Las pertenencias del difunto eran quemadas. El sitio era considerado de mal augurio y luego evitado.


Patrón de Asentamiento
Como canoeros nómadas australes, los kawashkar vivían la mayor parte del tiempo en su canoa, circulando por los canales, de isla en isla en busca de recursos. Se dice que incluso cargaban sus embarcaciones por atajos terrestres para evitar trayectos innecesarios de navegación. La canoa albergaba a una familia nuclear o extensa (unas diez personas), los perros, sus armas y utensilios domésticos, más los cueros utilizados como cobertura para el toldo terrestre (tchelo). Los cronistas señalan que en sus canoas se cargaban varas y cáscaras de árboles con las que armaban sus viviendas donde fuera. Sus campamentos en tierra firme eran temporales, salvo cuando varaba una ballena, ocasión en la que distintas familias se reunían en la costa para establecer un campamento más permanente.

La vivienda poseía cierta variabilidad a lo largo del territorio, pero su forma base era una cúpula con base elíptica, de unos tres metros de diámetro. Su estructura se lograba enterrando el extremo de un conjunto de varas que se curvaban hasta unirse por sus otros extremos, aproximadamente a dos metros de altura. Sobre ella se colocaban cueros de lobos, cortezas y ramas, dejando libres dos entradas y una abertura para la salida del humo. El piso era aislado con hojas para evitar el frío y la humedad pues era fundamental conservar el calor de la fogata. Las mujeres dormían cercanas al fuego y los hombres a las entradas. Las estructuras no se desarmaban, siendo reutilizadas por otros grupos.


Historia
Kawashkar significaría “hombres de piel y hueso” y sería el nombre con que se conocía a una parcialidad de los alacalufes. Hacia 1946, la mayoría de los kawashkar necesitaban la ayuda de un intérprete cuando se les hablaba en castellano. Tres décadas después se había impuesto el español, desarrollándose un bilingüismo con una notoria restricción de la lengua materna; los indígenas utilizan la vernácula sólo en presencia de la comunidad autóctona.

Los kawashkar habrían sido vistos por primera vez en 1526 por la expedición de García Jofré de Loaysa. Hacia el siglo XIX la población kawashkar era aproximadamente de unos cuatro mil individuos. Hacia fines de ese siglo, con la fundación del Fuerte Bulnes en 1843, Chile comenzó a incorporar real y gradualmente los territorios de Magallanes y de las islas Australes. A partir de ese momento los contactos se hicieron frecuentes entre indígenas y colonos, incrementándose los conflictos y haciendo que las enfermedades contagiosas se instalaran; la población kawashkar descendió y, para fines de ese siglo, alcanzó 500 personas.

Para 1925, la población había bajado a 150. En 1940 este grupo fue beneficiado por la Ley de Protección al Kawashkar, lo que se tradujo en la instalación de todos ellos en la isla Wellington, en Puerto Edén. Esto redundó en un exacerbado asistencialismo estatal y, por ende, en una transculturación mal planteada.

La población kawashkar siguió bajando, en 1946 sumó 100 individuos; en 1953, 60, y 47 personas en 1971. Las precarias condiciones de vida en Puerto Edén impulsaron una importante migración en 1995 hacia Punta Arenas y hacia Puerto Natales. Estos “kawashkar urbanos” subsisten del comercio de artesanía, como integrantes de cuadrillas de pescadores-recolectores de mariscos o de algún tipo de pensión por parte del gobierno. A partir del reconocimiento kawashkar en el marco de la Ley Indígena, se crearon distintas agrupaciones destinadas a la recuperación de tradiciones ancestrales y la defensa de sus derechos. En el año 2002, la población kawashkar fue censada en 2.622 individuos representando el 0,38% de la población aborigen del país.

Lengua
El kawashkar pertenece a las lenguas fuéguidas, junto con el yámana y el selk?nam, que entre ellas eran mutuamente ininteligibles y sin aparente relación genealógica. Es una lengua polisintética y aglutinante, donde sustantivos se verbalizan o subjetivizan, formando palabras complejas equivalentes a oraciones del español. En su vocabulario tienen importancia las condiciones del medio ambiente, la flora y la fauna patagónica. No se conoce un nombre específico para ella, pero es referida como afséksta que significa ?hablar, hablar?. Actualmente es poco hablada, estando a punto de la extinción.

Chonos


Ambiente y Localización
Habitaron entre los 43° y 48° latitud sur, en el territorio que conforma la Patagonia occidental insular. En los archipiélagos de Chiloé y en el conocido como de los Chonos, hasta la península de Taitao y el Golfo de Penas. Estos archipiélagos, que forman un laberinto de islas, canales y fiordos, son los últimos retazos de la sumergida cordillera de la Costa. Son 1.047 islas cubiertas por una selva pluvial que dificulta el desplazamiento y donde las playas son escasas. La zona se caracteriza por una pluviosidad elevada y uniforme superando los 2.000 mm anuales y por una temperatura media anual que fluctúa entre los 7 y 9 ºC.

Economía
Pertenecen al grupo de nómadas del mar o canoeros australes. Fundamentales en su vida eran las embarcaciones llamadas dalcas, de tres tablas encorvadas al fuego: una tabla al centro y otras dos a los costados para formar una canoa larga y angosta. Las tablas se cosían con sogas torcidas, hechas de cortezas machacadas de una caña llamada culeu. Después se calafateaban con hojas de fiaca o mepoa, sobreponiendo cortezas de maque. Tenían un ancla hecha de piedras y madera. Soportaban hasta doscientos quintales de carga y hasta diez tripulantes, la mayoría de los cuales remaba. Si había viento favorable, izaban la vela. Esta embarcación, así como la destreza de sus tripulantes, fue digna de la admiración de los cronistas. Los chonos hacían una división sexual del trabajo. Los hombres se dedicaban a la pesca y a la caza del lobo marino. Éste no sólo era muy apreciado por su carne, sino también por su aceite y por su grasa, de la cual hacían una bebida. Ellos eran también los encargados de armar la choza en tierra firme. Los más jóvenes cazaban pájaros en la noche, encandilándolos en sus nidos y haciéndoles caer en las canoas donde los remataban a palos.

Las mujeres recolectaban mariscos de roca y de profundidad, éstos mediante el buceo, para el cual se entrenaban desde temprana edad, comenzando a los tres o cuatro años. Llevaban en sus bocas o al cuello un canasto donde acumulaban lo recogido antes de emerger. Ellas también recolectaban algas, hongos, huevos y leña para el fogón.

En la región de las Guaitecas sembraron maíz (utilizado para hacer un tipo de bebida alcohólica), papas, algo de cebada y criaban unos “perros lanudos” de los cuales hacían sus ropas (probablemente eran guanacos). Aunque se sabe que tenían perros para ayudarles en la obtención de alimentos: estaban especialmente entrenados para sumergirse en el mar y para traer pescados que depositaban en redes sostenidas por dos mujeres. Si una ballena varaba, se aprovechaba su carne, cuero y barbas.

Fabricaron lanzas, macanas y puñales de hueso, hachas y cuchillos de piedra, anzuelos de madera y redes de la fibra de un árbol que llamaban quantu; de él también elaboraron mantas y cestería. El uso del arco y flecha se menciona como ocasional.


Arte
Como muchos de los pueblos australes, utilizaron pinturas corporales: la cara de rojo, negro y/o blanco, mientras el cuerpo era coloreado sólo de blanco. Sobre su vestimenta, los cronistas se refieren a vestidos hechos de lana o de fibra vegetal con los que se cubrían el torso; a capas de cuero o paños, posiblemente de guanaco, que les tapaban sólo los hombros y la espalda; y a un taparrabos hecho de algas marinas secas. Se menciona que las mujeres usaban a la cintura una manta hecha de plumas de pájaro.


Organización Social
La unidad social básica fue la familia y se supone que fueron monógamos y patriarcales. La familia extensa se reunía en campamentos. El hombre habría tenido gran autoridad frente a la mujer y se menciona la presencia de jefes o caciques, quienes eran hombres de avanzada edad.

Culto y Funebria
Poco se conoce acerca de su cosmovisión. Se presume que sus creencias fueron similares a las de los huilliches de Chiloé. Sobre sus ritos, hay antecedentes de una danza posterior a la extracción del aceite al lobo marino. Algunos cronistas describen también una ceremonia en la que los hombres emitían gemidos y cantaban hasta alcanzar un estado de trance que les permitía quemarse con brasas del fogón o cortarse la piel con conchas de marisco afiladas. Luego, las mujeres repetían la escena. También señalan una posible superstición respecto de no arrojar conchas al mar: si consumían mariscos en la canoa, amontonaban sus conchas al centro de la embarcación para luego abandonarlas en la playa. Respecto a sus muertos, los depositaban preferentemente en cuevas o aleros rocosos, en posición fetal, cubiertos con pintura roja y envueltos en corteza de ciprés. Ciertos viajeros describen el entierro de más de seis individuos en una misma cueva, depositados sobre unas plataformas de palos entrecruzados. Los cuerpos estaban momificados naturalmente por el frío y la sequedad de la cueva.

Patrón de Asentamiento
Como nómadas del mar, los chonos se movilizaban de isla en isla, sin tener una morada fija. Pasaban gran parte del su vida en la dalca, en la cual toda la familia se mudaba en función de los recursos disponibles, llevando consigo todos sus enseres. Incluso, ésta era desramada y arrastradas sus partes en tierra cuando el desplazamiento así lo requería. La vivienda de sus campamentos ocasionales tenía forma de un cono aplastado. Consistía en una estructura de ramas altas y derechas inclinadas e instaladas en forma elíptica; uno de los extremos de las ramas se fijaba al suelo, mientras el otro se amarraba junto a los demás en la cumbre, con fibras vegetales. En el suelo ponían ramas secas para aislar el frío y cubrían la estructura con hojas, pieles y cortezas para protegerse del viento.

Como los materiales del techo no eran fáciles de conseguir, los conservaban llevándolos consigo en la dalca. El tamaño de las viviendas dependía de la cantidad de personas que alojaba y sólo contaba con una pequeña entrada.

El fuego estaba en medio, para dar calor y cocinar los alimentos y como la choza no contaba con salida para el humo, debe haber provocado molestias a sus ocupantes. Al partir, el armazón era dejado en el lugar para futuras ocupaciones. Aparentemente, estos campamentos esporádicos se ubicaban cerca de uno o más recursos clave, como agua dulce, desde donde se establecía un área de acción dirigida a la obtención de los demás recursos. En el sector donde se ubicaban estos campamentos se formaban conchales, debido al abundante consumo de mariscos. Algunos alcanzan cien metros de ancho y cuatro metros de profundidad.


Historia
Se cuenta con muy poca información sobre los chonos. Ni siquiera se tiene certeza de que sean un solo grupo indígena. De cronistas, navegantes y misioneros se heredó un nombre común y breves descripciones de su forma de vida y de sus embarcaciones. Se piensa que habrían tenido contactos con los huilliche de Chiloé y los kawashkar de más al sur, incluso algunos autores plantean que fueron una rama de estos últimos.

El primer contacto entre chonos y españoles dataría de 1553. Entre los años 1557 y 1558, fueron avistados y descritos por la expedición de Juan Ladrillero y Francisco Cortés Ojeda. Se cree que eran alrededor de unos 1700 individuos, muchos de los cuales fueron apresados por las expediciones españolas que pasaron por sus costas para hacerlos esclavos y conducirlos a las minas del norte del país. Esto provocó su huída de las rutas marítimas. Algunos escaparon hacia el sur, a territorio kawashkar, otros buscaron refugio en las misiones jesuitas de Chiloé. Allí, en 1608, fueron bautizados unos pocos. En 1741, el marino inglés John Byron naufragó con el Wager en las islas Guaitecas. Una vez a salvo, escribió un diario en el que relata sus peripecias y convivencia con algunos miembros de la etnia. En el año de 1805 es recibida la última noticia de ellos, luego dejan de ser mencionados.


Lengua
Se desconoce la lengua que tuvieron. Algunos dudan de su existencia, otros piensan que fue la misma utilizada por los huilliche de Chiloé, otros la asocian a las lenguas fuéguidas. Lo cierto es que a la lengua chono solo se han logrado atribuir algunos topónimos chilotes, entre los cuales figuran aquellos terminados en ec (ek) o ac (ak), por ejemplo islas Laitec, Chaulinec, Quenac, Cahuac, Isquiliac, costas de Ichuac, Auchac, etc.